13 julio 2006

Papá Rugby te enseña

Cada cuatro años, cuando llegan los mundiales, vuelven a aflorar los sentimientos que el fútbol me provocaba cuando era joven e inocente. Juro que en cierto momento llegué a pensar que era un deporte y todo, pero con los años me fui desengañando hasta que la miríada de galácticos, metrosexuales y mercenarios del balón terminaron por hastiarme del todo.

Ojo, hablo del fútbol de élite, no de aquel gran juego cuya grandeza es su simpleza; esa que permite pasar horas y horas de fervor con una pelota de trapo.

Con los mundiales la cosa cambia y uno sospecha que los ídolos juegan por la camiseta, lisa, sin patrocinadores, y aunque en la prensa deportiva podamos saber las primas que Togo o Brasil se embolsarían en caso de conseguir sus objetivos, uno tiene la sensación de que, llegado el mundial, los jugadores jugarían igualmente, de manera desinteresada y gratarola.

¿Todo perfecto?.

Ni mucho menos. Sigue llamando la atención que el llamado deporte rey siga pecando de conservador a la hora de aplicar los últimos adelantos tecnológicos disponibles para evitar injusticias como los goles anulados a Argentina, el penal del Italia - Australia, etc...

En este tema, los futboleros, progres y de diseño, tienen bastante que aprender del rancio abolengo de los garcas con apellido compuesto que juegan al rugby:

1. Videoreferí: Su opinión sólo debería ser requerida en casos de verdadera necesidad, como goles fantasmas, penales dudosos y jugadas decisivas, como el centro que Morientes remató a gol en el España - Corea del 2002 y que el lineman anuló al considerar que la pelota había salido por la línea de gol antes de que Joaquín la colgase a la olla. Si el árbitro dudase de sus auxiliares en fueras de juego terminados en gol (Messi vs. México, etc.), no debería dudar en solicitar la asistencia de la tv.

El videoreferí debería tener varias cámaras a su disposición, incluidas las que van dentro del arco, alguna móvil que siga la jugada desde el lateral, etc...

2. Ley de ventaja: En rugby, la ley de ventaja se cobra y se mantiene hasta cerciorarse de que hace honor a su nombre y espíritu. Así, los árbitros de fútbol deberían poder cobrar el foul original si pasados 5 o 10 segundos de ley de ventaja se comprobase que los efectos colaterales de la infracción siguen beneficiando a quien la hizo.

3. Pérdida de terreno por protestar un foul: Imaginate que Márquez lo baja prudencialmente a Messi a 35 metros del arco. El árbitro cobra un foul intrascendente y el aceitoso zaguero azteca se le queja o le hace algún comentario improcedente.
El juez debería poder adelantar la jugada 10 metros (perpendicular a la línea de gol) y así el foul , antes inocuo, se volvería bastante pateable. La decisión podría repetirse las veces que haga falta si los comentarios no cesan. Llegados al área, podría aplicarse el punto 4.

4. 'Sin-Bin': Hay jugadores como Figo o Cristiano Ronaldo que son insoportables.
Hablan todo el tiempo con el único fin de ralentizar los partidos al ritmo cansino que les conviene a los pingüinos portugueses.


"... y nao me rompa mais os ovos!"

Los árbitros deberían ser intocables y en caso de contínuas quejas o pequeñas apuradas, deberían contar con algún elemento (tarjeta verde, por ejemplo) para mandar a los rompehuevos y/o maleducados a sentarse 15 minutitos (de tiempo real) en un banco aislado del resto de suplentes.
Tocar o desplazar la pelota después de que el juez cobre un foul también sería merecedor de tarjeta verde.
Huelga decir que dos tarjetas verdes o una verde más una amarilla serían roja.

Podríamos empezar por ahí.

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